Reseña del libro de poemas de la reconocida escritora argentina que reside en París desde 1981.
Por Sebastián Jorgi
No desdeño ripios ni rápidos, remansos, descansos, espejismos ni trechos cristalinos leo en la largada, constatando 10-2-19, tal la fecha de este poemario, que gentilmente me ha enviado por fichero Luisa Futoransky “Humus… humus” (Leviatán 2020). Y vaya si habrá lenguaje para el lector, avisado o menos culto.
Ripios y rápidos, juego de aliteración con la rima remansos/descansos y la apelación, decime. La poeta convoca. Y el lector acepta, Éramos una familia pobre y él no pedía nada. Se contentaba cada tanto con el agua jabonosa que quedaba tras lavar la ropa.Sin embargo resistió y supo encontrar amparo bajo el alero de mi desvencijado corazón. Irse no piensa.
Éramos una familia pobre y él no pedía nada y remata con esa imagen “amparo bajo el alero de mi desvencijado corazón” el sello identitario de la poeta que es confesional y que no piensa irse. Veamos estas líneas nostálgicas: El paisaje de mi infancia está perdido. No existe./Nuevo trazado de calles, nuevas casas. Para mí dejó de ser un plano geográfico en el mapa. /Es un lugar de una sola memoria y una sola emoción. Ahí, yo sumergí un mundo: la niñez, los bichos, los parientes y vecinos. /Los primeros inviernos y el juego: chapotear en la escarcha. Sacudida íntima: el terreno baldío, chapotear en la escarcha, vaya, como si fuera poco los vecinos, caramba, la tela de arpillera para los timbos. La aldea que fue nuestra y persiste en la memoria. Seguidamente, en letra chiquita, nuestra poeta aclara: de mi juventud es normal que ni cenizas queden. Íbamos por pensiones de mala muerte.
Y vamos entrando en materia: me duelo /duelo y gran dolo/vienen/vienen de vos: patético desdoblamiento: “vienen de vos”—me duelo. Y qué decir-me, ante el espasmo que llega en poema siguiente: Decreto-ley:Desperdigaos, evaporaos/los unos en los otros./Aparte/Si pronuncio amén/¿te vas a morir o me vas a llamar?
Otra sacudida: “desperdigaos, evaporaos, los unos en los otros”, nos alerta en un dictamen de un decreto ley, y encima remata : “si pronuncio amén ¿ te vas a morir o me vas a llamar?” Líneas nacidas de un desenfado cara a cara. Por momentos buscaba un término que me acercara a la poesía de Luisa Futoransky, durante una madrugada fría en mi cocina, en el barrio Cafferata, donde vivo hace 27 años, mientras estoy leyendo Humus… humus y el término que me salió fue “dialéctica”, sin caer en profanaciones profesorales, esas apelaciones a un “tú”, “decí, decime”.
Un coloquialismo crudo, in situ. Y de pronto vi posar la canaria en el balcón/ era el título que rené o yo íbamos a escribir de una novela que nunca escribí escribió ni escribimos sobre un pajarito que aposentó en nuestra ventana de hotel cuando nos amábamos. Muy sentido lo de la canaria en el balcón, yo lA veía en algún cable muerto, en mi niñez de Lanús tan extrañada. Imágenes que vuelven siempre en esos recreos de infancia que proponen los recuerdos. Leamos:
Más de dos mil años que pelearon por ella Antíoco III, los itureos, Zenódoro, Herodes el grande, Filipo de Transjordania, Herodes, Agrippa II. Y ahora la Historia, Lucas la Biblia y las fuentes del Jordán, Herodes, con una burla final a una “amiga pretenciosilla” la que confundió “borrajas” y dijo “agua de borrascas”, sí: no hay piedad, golpea con humor, pero golpea al fin.
Y no hay tregua, no la habrá para mi puesto de lector obstinado, el interés por este poemario de Luisa va in-crescendo: mientras fui guardiana/una década /que yo sepa se robaron un braque/una muñequita de trapo de annette messager /un marisa merz de cera/un vaso de vidrio de sottsas/un muñeco de la panza burguesa de un brauner/un cuaderno de antonin artaud/un container con una enorme escultura de niki de saint phalle/ destrozaron un dibujo de Picasso. Me detuve por un rato para mentalizar la enumeración, entre líneas irónicas: y por las dudas /evitar los bancos/forrar de lingotes los abrigos/no se repita lo del 33/lo del 39 45/lo del arte degenerado/lo de las hogueras lo de fahrenheit 451 una y otra/muy definitiva/ vez.
Y ya -y siempre- el desenfado, “no se repita lo del 33, lo del 39 y 45, lo del arte degenerado, las hogueras, querida Luisa, se acabó el recreo, ha sonado el timbre, “evitar los bancos” porque ojo, “lo de faharenheit 451 una y otra, muy definitiva vez” no es chicle masticable. Un aparte: en los 60 y 70 se hablaba del poeta comprometido, si debíamos abandonar un poco la lírica para contar el mundo, o el arte por el arte y otras yerbas, me lo planteo ahora otra vez en la lectura de Humus…humus, que no me deja en la lectura, en horas seguidas para no interrumpir-me la atmósfera y seguir, tratando de acercarme a esta narratio tan impulsiva, tan audaz.
Y continúo: quienes llegamos hasta aquí/vivimos en el proceloso país de las comprobaciones/los cántaros rotos/los vientos siempre inclementes/del cómo puede ser/del dónde lo puse/comprobar si la luz el gas/la canilla el monedero están cerrados hubiera jurado que dejé todo en orden /y cada día los anteojos que busco los tengo puestos.
El orden o el caos de lo cotidiano, en permanente peligro, en alerta de sirena continuada, las canillas abiertas o el gas, ojo, para cerrar el poema con “los ladrones te roban la memoria… y el agravante de “la tarjeta de crédito la perdí la olvidé” como para constatar aquello de “un rostro en la muchedumbre”, porque golpea de nuevo: “a veces la gente que me olvido tiene rostro”. Entonces, haciendo un alto reflexivo, me digo que nuestra poeta se juega poniendo en el banquillo una posmodernidad liquidada (mucho más líquida que la de Zigmut Baumann).
A medio andar en el poemario, de golpe y porrazo, “la autoridad te palpa /guay que no permitas la tragedia espía por la punta mugrienta de sus guantes”. A no transgredir la linea roja o blanca, te están espiando las cámaras, cuidado, pero no todo será irreparable “Si el paraíso no existe/no pude haberlo perdido, ¿verdad que no? Y llegamos a esta suerte de arte poética: mientras que poesía es miramiento, intimar/intimidad/y esmerilar, esmerilar. Y si el paraíso no existe, no pudo haberlo perdido…humor que dosifica. Y se vienen los inventos:los camarotes/los trenes/los prisioneros/los inviernos/sin ventana /cómo nos arreglaríamos? Y enseguida entramos a una estampa de Buenos Aires, invasores e invadidos /tened presente que por cuatro días locos /que vamos a vivir/repite la marchita tan zumbona/te tenés, te tenés/que divertir.
Y el intertexto sale a la palestra con la advertencia “invasores e invadidos” y la canción de Rodolfo Sciamarella, “por cuatro días locos, que vamos a vivir, te tenés que divertir” inmortalizada por el inolvidable Alberto Castillo, en los clubes de barrio, sobre todo en los carnavales de los años 50.
Y otra remisión a los años de infancia o adolescencia: De momento no piensa/visitar a la familia/que hacemos como que la esperamos/dice que para eso/basta y sobra la eternidad.
Y el cine aquel, Clark Gable, ir del brazo ilusa con él o Charles Boyer, la fantasía…su “Santos y Lugares” para demorar una visita familiar, con ironía ya que “para eso basta y sobra la eternidad”
Y después Burdeos un invierno ciudad a la vera más caudalosa del Garona /ciudad con mano ancha para el vino, la luz/y puño cerrado y duro para la esclavitud/-a regañadientes, en 1837, un último navío negrero zarpó /del Puerto de la Luna/nombre bello /si los hay, para hacer otro alto, detenerme en el tema de la esclavitud, vaya, nada del poema hermoso, la estética queda suspendida: más de 3.000 mascarones en las fachadas/de la costanera, pregonan pesadillas de piedra /alineadas por rango/por aquí bacos y neptunos /masones, judíos, comerciantes/más allá/y sin mezclar/un par de negros trompudos para que sepamos/de dónde los dineros vienen y muy poco dónde van/hay también mascarones con figuras de carnaval/y uno que otro ángel por las dudas/haya que arrepentirse/cuando las cuentas no terminen de cuadrar con la cruel posdata, denunciando que : Si bien en 1980 se decretó la abolición de la esclavitud, en Mauritania es normal ofrecer para nacimientos y bodas un/a esclava de regalo.
Patético: pese a la prohibición de la esclavitud pero en Mauritania persiste…otro dardo en forma de poesía. Y sigue Venezia/ donde los muros los fosos también/el acqua alta es pura verdad y enseguida la resaca de garfios cenicientos /siglos y siglos de buenos modales /afeites, falsas reverencias y cantilenas/a cambio de divisas.
Siglos de buenos modales, otro mazazo en verso. Y el caro tema de la eternidad, pasa lista geográfica: Quien quiera saber de eternidad/que vaya a las ruinas de Pompeya o a las cataratas del Iguazú/mejor aún/ que vaya a las dos y sigue el juego, la travesura, y sepa que de allí/con las manos vacías/lo que se dice volver/nadie vuelve.
Nadie vuelve, recuerdo aquel tema del querido Pedro Leguizamón, poeta, músico y periodista de raza, “no se vuelve”, sin embargo la memoria se convierte en poesía como en Luisa Futoransky, con menciones a las Cataratas del Iguazú o a las ruinas de Pompeya. Y aparece en la escena Vincent: En este pueblacho cerealero Vincent vivió 70 días, pintó 60 cuadros, se pegó un tiro y a los dos días se murió. Y entonces la imagen de la partida dramática de Van Gogh en ese pueblito, agrego, de mala muerte llamado Auvers-sur Oise.
Y otra vez Buenos Aires, las calles empedradas todavía de Belgrano/las casas de los ricos para que las espíe/Erdosain, el acongojado/las ventanas con malvones en flor los gestos, las voces de la gente.
Y Navarra y Galicia o las calles empedradas de Belgrano, ilustran la travesía interior, que acaso alguna vez fue, una ruta de cigüeñas, y el recuerdo de Roberto Arlt nos trae Luisa con Erdosain. Otro café para seguir, porque no me deja el poema, con un contundente terceto: quien dice batalla/dice huérfanos/y muertos sin sepultura.
Lo patético, lo inexorable, “quien dice batalla/dice huérfanos/ y muertos sin sepultura” remitiendo (no adrede, claro) a la obrita de Sartre. No hay un alto, un descanso en el avance de Humus, humus, y de pronto ese verso final que martilla, “no puedo más”. Y yo me digo, tampoco puedo más y necesito otro mate o un café para seguir deleitándome con la narratio de Luisa Futoransky, que no me deja, ya amanece en Buenos Aires. Y sigo tratando de aproximarme a ese mundo interior de la poeta, cuidado; no de interpretar, como diría Susan Sontag en su celebrado libro “Contra la interpretación”.
Leo :Alguna puerta se entreabre donde nace el poema y una vez más, por un tiempo me pongo a salvo.Y lo que faltaba, ese texto que digamos prosa poética para no caer en el vacío, un arte poética, “alguna puerta se entreabre donde nace el poema”, caramba, y con ironía batiente se dice, “me pongo a salvo”, pero por un tiempito nomás. Necesitar los teatros ricos o pobres para que la gente me diga “cosas ciertas”.
Es a todo o nada la poesía de Luisa Futoransky.
Por quién doblan las campanas, me dije, recordando a Hemingway: Curioso, una ciudad fértil en carencias se permite despilfarros que rayan el colmo del absurdo como por ejemplo un concierto en pleno microcentro de Buenos Aires de 53 campanas./Al frente del evento un autoproclamado faringo-campanólogo valenciano itinerante.
Humor en el tema de los 53 campanazos en pleno microcentro de Buenos Aires. La tomografía computada de “Humus… humus” se va completando con esa imagen del cura Lorenzo que en lugar de campanas se sirva de cañones. Pero más me suena: Algo bueno del machismo:/En estas demostraciones de fe/por ahora no admiten mujeres./Que yo sepa no hay reivindicaciones al respecto.
Y el machismo, el mazo que aparece en este juego, fuerte revelación, en demostraciones de fe que no admiten mujeres”, el mundo es sordo y es mudo, ya que pega fuerte al final del poema: “que yo sepa no hay reivindicaciones al respecto” ni pancartas, agrego con todo respeto, pensando en las banderas de las reivindicaciones de la mujer.
Sigo: El Atlántico sur se hizo con una cuarentena de tripulantes del Ara San Juan. Sellados, como a principios del siglo los muchachos del Kursk,/en el mar de Barents. que Cuzco quiere decir ombligo del mundo/que tengo hora para quemar con láser/dos manchas en la espalda. Y de la geografía pasamos de vuelta por la ironía: En momentos así difícil pensar que todo pasa por la postverdad/y una grande, en la memoria/que seguido me impide/respirar.
Y voy leyendo, para encontrarme con otro mazazo, el Atlántico Sur enajenado, expropiado y la tragedia del Ara San Juan, no se calla nada nuestra poeta, la de aquellos “Son cuentos chinos” que alguna vez comenté en Radio Municipal, con un disparo a quemarropa a la llamada y recontracitada “postverdad”, el nuevo slogan de algunos sociólogos. Y yo también respiro hondo.
Fernando, expulsó de su reino a judíos y musulmanes. A los renuentes los intimó a la conversión forzosa. Pero ni con esas./Nada hizo por evitar la masacre del 19 de abril de 1506, en la que unos 4.000 judíos fueron asesinados por las turbas./La matanza empezó en el convento de Santo Domingo. Durante el oficio alguien juró haber visto el rostro de Cristo iluminado en el altar. ¡Milagro!
Y las masacres, noooo, estimada poeta, este Humus arde bajo tierra y arriba, como para decirnos que la poesía no es un canto a la luna y un romance frustrado, sino que es letra que gravita, que pesa, para enrostrarnos las miserias, las muertes y rapiñas que le debemos a la Historia. Me decía Luisa Mercedes Levinson, escribimos con el estómago pegado a la Underwood y no letra al cohete, para maravillarnos…
Y las cosas que ahora se ven, en china, su país/desapareció el patrón de interpol /en brasil, su país/ganó por afano, abrumador, las elecciones un tal bolsanaro, tan fascistón y racista/que es bien difícil de entender. Y si, cae en la volteada un tal bolsanaro (por Bolsonaro) que ganó las elecciones en Brasil, “tan fascistón y racista, que es difícil de entender”, menos mal que ahora ya no está, volvió Lula el cuerdo laburante para ocupar la presidencia y uno puede festejar a la chica de Ipanema. Intento contestar estas cartas de París de Luisa, para tranquilizarla, ha vuelto Lula.
Y voy y vengo leyendo, me quedo, retrocedo y apunto: Es disposición obligatoria del lector el uso compartido del texto./Afirmación que descubrí como dogma en mi niñez por obra y mérito de padre quien tenía como verdad inquebrantable la cima de cinco libros de lectura anual:/1 Biblia 2 Quijote 3 Odisea 4 Eneida 5 Los cuadernos de Mr. Pickwick/Papá trataba de detener el deterioro inevitable de los libros forrándolos con diarios viejos y cinta adhesiva en los bordes. Vocación de Borges la de papá, vocación premonitoria del intertexto, manera de asentar y asentir, acaso compartir descubrimientos.
Y la remisión a la infancia aparece sin tapujos, para nombrar los cinco libros que Padre tenía como modelos (la Biblia, el Quijote, Eneida, Odisea, Pickwick) y la frase referencia “vocación de Borges” la del padre, casi nada.
Y la tomografía se sale de mambo para convertirse en un Manifiesto, cuadro de situación de época, en el corpus que da título al libro. Basta un muestreo de los que los profes llaman “cortes” para sopesar la audacia, el desenfado, insisto: Con los muertos, los amores de una noche/los taxistas, hablamos de más/carece de importancia su traición;/catalizadores de angustias colectivas/también lo son las antesalas, las filas, los divanes-
Y el inventario va en aumento, en este corpus Humus humus, el libro mayor de este poemario, por decirlo en términos contables:las zonas de turbulencias mayores/las misas de arrepentimiento, las marchas de protesta;/los coros a voz en cuello/son harina de otro costal.
Sumemos la oferta y demanda en las ventas (sale) el cartelón en inglés que vemos también en los barrios porteños: sale/ofertas/rebajas/consumamos´. O miremos la televisión cuando el noticiero anuncie como si nada el femicidio de la hora próxima pasada: una muchacha del barrio contiguo, que apareció troceada a metros de una sinagoga y apenas unas cuadras de sus respectivas casas/para terminar con un violador en serie.
La autora
Luisa Futoransky nació en Buenos Aires en 1939, aunque reside en París desde 1981. Durante diez años fue conferencista en el Centro Pompidou de París y también durante una década periodista en la agencia de prensa AFP. De 2008 a 2023 tuvo a su cargo la edición en español de la revista trimestral Patrimonio Mundial de la UNESCO y realiza traducciones para El Correo de la Unesco. Además, fue becaria de la Guggenheim Foundation, Estados Unidos. Sus últimos títulos de poesía publicados son: “Humus…humus” (2021), “Los años peregrinos” (2022) y “Los años argentinos 1963-1972” (2019).